POR QUÉ TODO ESO QUE ESTÁS COMPRANDO NO ES VERDADERO GRANEL


La declarada guerra contra los plásticos de un solo uso, los cambios en los hábitos de consumo y el interés de los compradores por alternativas más sostenibles ha hecho que, durante los últimos años, haya aumentado el número de negocios dedicados a la venta de productos a granel. Sin ir más lejos, también LESS abrió sus puertas hace casi dos años con el objetivo de ofrecer un modelo de supermercado diferente.  

Aunque el granel ha sido siempre la alternativa de compra por excelencia, durante varias décadas quedó aislado por un modelo de negocio basado en el empaquetado de todos los productos -debido, en gran parte, al auge del marketing de los años 70 y 80-. Su vuelta a nuestros hábitos de consumo responde a una demanda por parte de los compradores, pero también ha calado en las grandes superficies, sobre las que próximamente podría aparecer una normativa que les obliga a tener, como mínimo, un 20% de sus productos a la venta en formato granel

A pesar de que el aumento de los productos a granel en los supermercados y la aparición de tiendas especializadas es una excelente noticia, es importante tener en cuenta que el objetivo del movimiento low waste no es solo hacer que los compradores se lleven los alimentos en bolsas de tela, sino reflexionar y modificar -en la medida de lo posible- los hábitos de consumo.

La apuesta por el producto de temporada, por el comercio local y por la reducción del desperdicio son tres de los pilares fundamentales que tenemos que tener en mente cuando adquirimos granel. Asimismo, es importante conocer bien cómo funciona una tienda de granel ‘verdadero’, los costes que acarrea y cómo se hace la selección de distribuidores. Por esta razón, antes de que te lances a comprar legumbres y frutos secos sin bolsa en cualquier supermercado, es recomendable tener claros varios puntos sobre la naturaleza y la finalidad de este tipo de consumo:


¿Qué aspectos son los que diferencian al auténtico granel?


1. Las cantidades de producto

Según nuestro modelo de negocio, el granel es un formato que, cuando llega a la tienda, no debe pesar menos de 10 kilos (aunque hay excepciones como las pastas, las algas, los tés o las especies, que pesan poco, ocupan mucho y su rotación es baja, o los dátiles o el café que para garantizar sus características organolépticas, difícilmente se envasan en formatos grandes). Cuando un comercio a granel adquiere, por ejemplo, 5 kilos de harina, con que siete u ocho clientes hagan una compra se termina el saco, lo que al final no permite reducir en envases. Sin embargo, con cantidades como las que utilizamos nosotros, podemos abarcar a una mayor cantidad de hogares sin generar residuos de más. 

Por supuesto, traer hasta LESS cantidades así de grandes supone una mayor inversión y un mayor riesgo (de hecho, somos auténticos expertos en avisar a nuestros clientes cuando un producto está a punto de caducar). Hay que pensar que un pedido grande puede llegar a costar en torno a los 2.000 euros, lo que ya supone un gran esfuerzo para un negocio de esta envergadura. Además, si se produce algún tipo de contaminación o inconveniente y se tiene que retirar parte de la mercancía, somos nosotros los que acarreamos con el gasto.

Sin embargo, si una tienda o un supermercado adquiere cantidades de granel en torno a los 2-5 kilos, se evitan riesgos y, en caso de perder una parte, las consecuencias económicas son menores porque trabajan con márgenes muy altos. Esto, además, les permite tener muchas más referencias (como diez mil tipos de harina o el superalimento que las influencers pongan de moda en cada temporada), mientras que nosotros tenemos que ser más cuidadosos con la selección, precisamente porque no queremos generar ningún desperdicio.


2. El uso del espacio de venta y almacenaje

Para asumir una cantidad de granel de entre 10 y 25 kilos, es necesario tener espacio. En nuestro caso, por ejemplo, una parte de la zona de venta es también la de almacenaje y nos da para exhibir unos 40 productos dentro de su saco original. Por otro lado, tenemos bandejas y tarros herméticos donde exponemos productos como pastas, frutos secos y cereales, que reponemos continuamente a partir de los sacos originales que tenemos almacenados para garantizar su frescura y/o facilitar que los clientes se sirvan. 


En otros negocios, sin embargo, es habitual ver el granel ya preparado en tarros pequeños o dispensadores verticales, lo que significa que, o bien tienen las grandes cantidades almacenadas en otro lugar, o bien hay algo que falla y no se están llevando a cabo los principios del granel verdadero (recordemos, basado en la reducción de envoltorios, envases y procesos de transporte).

Para LESS, de hecho, contar con tantas variedades de producto en grandes cantidades y en un espacio tan limitado supone también todo un riesgo, porque debemos garantizar el buen estado de los productos y conseguir que tengan salida lo antes posible.


3. Reposición continuada de producto

Cada vez que reponemos los productos que tenemos expuestos en formatos más pequeños (bandejas de 15 litros o tarros de 6 litros), tenemos que limpiar la bandeja, coger el saco del almacén, reponer el producto y guardar de nuevo el saco. Esto se puede repetir muchas veces con ciertos alimentos que tienen mucho éxito, como los copos de espelta crujientes (nuestros cereales ‘droga’) o los anacardos (nuestra esperanza para salir de pobres). 

En las grandes superficies, donde se utilizan dispensadores verticales, no es frecuente (por no decir, imposible) ver a miembros del personal reponiendo producto. Esto nos puede dar muchas pistas sobre una forma errónea de entender el granel, porque es muy probable que simplemente cojan sacos de 5 kilos (con suerte) y los viertan dentro del dispensador. ¿Te imaginas a alguien reponiendo un dispensador con un saco de 25 kilos sobre el hombro? A menos que los supermercados busquen a Hércules en los procesos de selección de Infojobs, hay algo que no encaja. 

Es cierto que hay algunos dispensadores con capacidad de 20 litros, que no se tienen que rellenar tan a menudo. Pero cuando su contenido se acaba, solo pensar en la idea de limpiar y rellenarlos tiene que ser todo un sacrificio. En definitiva, muy bonitos para la sección ‘eco’, pero cero prácticos

¿Nuestro consejo? Revisar siempre la capacidad de los dispensadores o contenedores donde se vende el supuesto granel. Si estamos en una gran superficie, con una alta rotación de producto y los alimentos se ofrecen en opciones de 5-10 litros, debemos pensar que la reposición va a ser muy habitual y que, con bastante seguridad, no se están respetando los principios de la venta a granel.


4. Atención al producto 

Las zonas de granel en muchos supermercados son las grandes olvidadas, por eso es frecuente encontrar productos que no están en su estado más óptimo. Esto no significa que no se puedan comer, pero sí que es habitual que muchos alimentos tomen texturas y sabores ‘rancios’, como ocurre con los cereales blandos, las nueces con sabor a óxido o las harinas con grumos.

En LESS somos especialmente conscientes del stock que tenemos porque no queremos desperdiciar absolutamente nada. De hecho, nosotros mismos somos los que más probamos nuestros propios productos y conocemos sus necesidades de conservación. Además, si alguno de nuestros clientes nos comunicara que alguno de los productos no está en buen estado, seríamos los primeros en asumir la responsabilidad. 

Esta es solo una de las grandes ventajas de apostar por el pequeño comercio: atención a los detalles, control continuo del producto y transparencia con nuestros clientes.


5. Más que una moda

La razón por la que tomamos tantos riesgos con un negocio basado en granel auténtico es porque creemos en él. No intentamos subirnos a ningún carro ni aprovechar el interés de los consumidores en el granel, sino que tenemos el cometido de enseñar a los clientes a consumir de una forma más responsable. 

Está bien que ciertas tiendas y supermercados tengan productos a granel o que vaya a llegar una normativa que obligue a comercializar un 20% de producto sin envase. Seguro que eso nos facilitaría el trato con los distribuidores e, incluso, nos ayudaría a conseguir más variedad de productos. Pero, si se puede ampliar la gama, ¿por qué mantener ciertos envoltorios completamente innecesarios? ¿Qué sentido tiene decir que tu comercio se preocupa por la reducción de envases si el resto de tus estanterías está repleta de productos envasados? ¿No resulta, cuanto menos, algo contradictorio?

Y es que, como consumidores, no somos mejores por comprar una vez al mes unos cuantos pistachos en bolsa de tela o por llevar los plátanos hasta la caja sin ningún paquete de plástico (de hecho, esto tiene un punto de egocentrismo e individualismo que da para un debate muy extenso). Al contrario, nos convertimos en compradores más conscientes si tomamos las decisiones adecuadas. Eso es lo que de verdad va a ayudar a proteger al medio ambiente, al pequeño negocio y a un futuro en sociedad.


¿Quieres reducir residuos al hacer la compra? Haz las preguntas adecuadas:


  1. “¿En qué formato recibes las mercancías?”
    Si el comercio te explica que trabaja con grandes formatos , de entre 10 y 25 kilogramos, es buena señal. 

  2. “¿Por qué vendes el granel en tarros o contenedores pequeños?”
    La explicación debería ser que tienen el resto almacenado y que lo reponen continuamente. Si no hay un argumento claro, nada te asegura que sea verdadero granel. 

  3. “¿De dónde provienen tus productos?”
    En un escenario ideal, debemos decantarnos por productos que vengan desde Canarias, Península o Europa. Siempre que podemos, en LESS procuramos contar con proveedores locales, como ocurre con el producto fresco. Sin embargo, también debemos ser lo suficientementre realistas como para saber que en las Islas tenemos un acceso limitado a ciertos productos y que, para tener variedad, es necesario adquirir producto en la Península o en el extranjero. La clave está en ser transparentes y explicar a los clientes por qué escogemos un origen de producto u otro. Por ejemplo, si nos haces esta pregunta, te explicaremos, por ejemplo, que trabajamos con una empresa que nos deshidrata el plátano y nos lo hace llegar en cubos retornables o que nosotros mismos traemos las pastas de la Península. Cuanta más información tengas como consumidor, más eficiente será tu compra. Y, desde luego, en nuestra tienda no encontrarás problema para conseguir respuesta a todos tus dilemas. 

  4. “¿Puedo llevarme la compra en mis propios envases?”
    Si la respuesta es negativa, no nos interesa. Si un negocio a granel te obliga a utilizar sus bolsas (aunque sean de papel reciclado o de materiales supuestamente biodegradables), la finalidad de este tipo de consumo pierde todo el sentido.

  5. “¿Por qué solo una parte de tu tienda vende productos a granel?”
    Esto denota una clara incongruencia. Que un negocio exponga legumbres y cereales a granel, pero que tenga la otra mitad de la tienda con formatos de venta convencionales, es muy sospechoso. Obviamente, si está en un período de transición es posible que tenga que esperar a agotarlos. Sin embargo, si los propietarios no lo dejan claro o si vemos que la situación no cambia a lo largo del tiempo, estaremos ante un claro caso de falso granel.